
La carrera en temas vinculados a la sostenibilidad se ha convertido en una de las áreas más demandadas del presente y del futuro. Sin embargo, todavía existe una idea equivocada: que para “entrar” en este mundo es imprescindible tener un título específico o trabajar en un departamento exclusivo. La realidad es otra: la sostenibilidad no es un sector, es una mentalidad y una forma de integrar impacto social y ambiental, en cualquier carrera profesional y en el negocio.
Para entender mejor este enfoque, hablamos con Pol Fàbrega, Sustainability Lead en Wallapop , cuya trayectoria recorre desde la cooperación internacional y los derechos humanos hasta el liderazgo de la sostenibilidad en una de las scale-up tecnológicas más conocidas de España. Su experiencia nos muestra que lo importante no es tanto el título, sino la manera en que aplicamos esa mirada en nuestro día a día.
Conoce a Pol: de la cooperación internacional a liderar la sostenibilidad en Wallapop
Pol Fàbrega empezó su trayectoria profesional en derechos humanos, educación y proyectos comunitarios. Más tarde cofundó iniciativas de agricultura urbana como Time to Grow y Rooftop Republic, para finalmente dar el salto al mundo tecnológico como Sustainability Lead en Wallapop.
Motivado por la idea de integrar impacto social y ambiental en el corazón de cualquier organización, hoy impulsa la sostenibilidad dentro de una de las scale-ups más influyentes de España. Su mantra es claro: “La sostenibilidad no es un sector, es una mirada integral que atraviesa todo lo que hacemos.”
¿Qué lecciones aprendió en este recorrido? En esta entrevista, Pol nos cuenta cómo fue su transición hacia la sostenibilidad corporativa y comparte consejos para quienes quieren seguir un camino parecido.

1. Tu carrera empezó en ámbitos como los derechos humanos, la educación y el trabajo comunitario. ¿Cómo ves ahora estas áreas bajo un paraguas más amplio de la sostenibilidad?
Para mí, el hilo conductor de mi carrera siempre ha sido el impacto, tanto social como medioambiental. Entiendo la sostenibilidad en su sentido más amplio, como la intersección entre lo social, lo medioambiental y lo económico. A lo largo del camino he trabajado estos temas desde enfoques más específicos y otros más amplios, y también desde distintos formatos y modelos: desde iniciativas de cooperación al desarrollo o entidades sin ánimo de lucro, hasta empresas sociales y, más recientemente, un scale-up tecnológico como es Wallapop. Siempre con la convicción de que no podemos perder de vista cómo interactúan entre sí estas dimensiones.
Un buen ejemplo es el cambio climático, que no es un fenómeno aislado sino un resultado directo de nuestros modelos actuales de producción y consumo. Para mí, tener esta mirada integral —entender cómo lo medioambiental, lo social y lo económico se retroalimentan— es lo que da coherencia a mi trayectoria y lo que me guía en mi trabajo hoy en día.
2. Muchas personas ven la sostenibilidad ambiental separada del impacto social. ¿Cómo te mostró tu trabajo inicial que ambas están interconectadas? ¿Tienes algún ejemplo que quieras compartir?
Una experiencia muy formativa para mí, al inicio de mi carrera, fue Camboya. En el nordeste del país —zonas tradicionalmente indígenas y con una enorme biodiversidad— pude ver de primera mano cómo el desarrollo descontrolado de monocultivos de caucho, anacardos y otros cultivos estaba provocando la destrucción de la selva, una migración masiva de trabajadores de otras partes del país y, en paralelo, la desintegración de las estructuras sociales tradicionales de las comunidades indígenas.
Al mismo tiempo, también vi cómo la comunidad internacional de cooperación, aun con las mejores intenciones, había contribuido a impulsar este modelo de desarrollo bajo patrones occidentales que poco tenían que ver con las lógicas indígenas. Hasta entonces, para muchas de estas comunidades no existía siquiera la noción de “dinero” o de “propiedad privada”. Ese contraste me hizo ver muy claramente las contradicciones de la cooperación y de los modelos de desarrollo preestablecidos cuando no están anclados en el contexto local.
Esa experiencia me reafirmó en la importancia de trabajar la sostenibilidad desde una mirada integral, entendiendo siempre las conexiones entre las dimensiones medioambiental, social y económica.
3. Has trabajado en derechos humanos y has co-fundado iniciativas de agricultura urbana como Time to Grow y Rooftop Republic ¿Qué habilidades de tu experiencia en este proyecto han sido transferibles y aplicables en el entorno corporativo? ¿Quieres compartir algún ejemplo o perspectiva?
Cuando emprendes tienes que aprender a construirlo todo desde cero: identificar un problema en el mercado, diseñar una solución, tener una visión clara, crear una estructura operativa y una cadena de valor, buscar inversión, captar clientes, construir una marca y comunicarla. Todo ello exige adaptabilidad, visión y mucha resiliencia. Para mí, lo más valioso de esa etapa es justamente ese espíritu emprendedor y la capacidad de afrontar con creatividad y agilidad los retos del día a día, algo que aplico constantemente en Wallapop, un entorno también muy emprendedor, innovador, dinámico y ágil, que requiere exactamente esa mentalidad.
4. ¿Durante todo tu camino, hubo alguna persona que te inspirara o te ayudara a creer que podías dar este salto?
La verdad es que no tengo un único gran referente. Más bien, a lo largo del camino me he encontrado con muchas personas —compañeros de equipo, colaboradores, incluso comunidades con las que he trabajado— que me han inspirado y de las que he aprendido muchísimo. También he tenido la suerte de contar con managers de los que he aprendido enormemente, en su mayoría mujeres, que han marcado de forma positiva mi manera de entender el liderazgo y el impacto.
5. Para quienes quieren dar el salto a la sostenibilidad, ¿cuál es tu consejo principal? ¿Qué les dirías si tú fueras esa persona hace x años?
Les recordaría que la sostenibilidad no es un “sector” en sí mismo, sino una mirada transversal. Se puede trabajar desde la cooperación, el diseño de producto, la estrategia empresarial o la comunicación. Lo importante no es obsesionarse con la etiqueta de “trabajo en sostenibilidad”, sino entender que debemos avanzar hacia un modelo donde la sostenibilidad esté integrada en el corazón de la empresa y forme parte de todos los puestos, en mayor o menor medida. Al mismo tiempo, también recomendaría formarse y reforzar conocimientos por el camino: en mi caso, me he especializado en áreas como sostenibilidad, economía circular, descarbonización, reporting o en liderazgo, y esa base me ha permitido tener una visión más completa y aportar más valor en cada etapa de mi trayectoria.
6. ¿Hay ideas equivocadas sobre la sostenibilidad empresarial que te gustaría que la gente entendiera antes de dar el salto?
En línea con lo anterior, creo que una idea equivocada muy común es pensar que la sostenibilidad empresarial consiste en montar proyectos “verdes” o de responsabilidad social al margen del negocio. En realidad, si no está integrada en la estrategia y en las decisiones clave de la empresa —producto, modelo de negocio, operaciones, cultura— se queda en algo accesorio, fácil de recortar cuando hay presión. Lo que hace transformador el trabajo en sostenibilidad no son las iniciativas puntuales, sino cómo contribuyes a alinear el impacto positivo con la creación de valor para la compañía. Ese es el verdadero reto y, a la vez, la gran oportunidad.
7. ¿Cuáles habilidades blandas crees que son claves y universales para alguien que quiere emprender o desarrollarse profesionalmente en proyectos con propósito, impacto social o de sostenibilidad empresarial?
En mi experiencia, las habilidades blandas son tan clave como el conocimiento técnico para desarrollar la función de sostenibilidad en el sí de una empresa. En concreto destacaría:
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Visión estratégica, para integrar la sostenibilidad en la estrategia global de la organización.
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Capacidad de comunicación e influencia, tanto interna como externamente, para inspirar y motivar a equipos y stakeholders.
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Habilidad para trabajar transversalmente, colaborando con múltiples departamentos y con la dirección ejecutiva.
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Facilitación de cambio cultural, promoviendo la adopción de prácticas sostenibles en toda la organización.
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Liderazgo e inspiración, actuando como portavoz y generando compromiso con la sostenibilidad.
Cómo entrar en el mundo de la sostenibilidad: no es un título, es una mentalidad
Cuando pensamos en sostenibilidad, muchas veces lo imaginamos como un “sector” propio, reservado a quienes tienen estudios específicos o un puesto con la palabra sustainability en el título. Sin embargo, la experiencia de Pol nos recuerda que la sostenibilidad va mucho más allá: es una mirada transversal y una forma de hacer las cosas que se puede aplicar desde cualquier disciplina.
No necesitas el término “sostenibilidad” en tu título de trabajo
Tampoco necesitas un máster de uno o dos años para empezar. Existen maneras más ágiles de formación que te brindan las capacidades básicas en meses en lugar de años. Lo fundamental es adoptar una mentalidad de sostenibilidad: entender cómo lo social, lo medioambiental y lo económico están conectados, y cómo desde tu rol actual puedes generar cambios significativos.
No es un sector, es una forma de trabajar
Uno de los grandes malentendidos es pensar que la sostenibilidad vive aislada en un departamento. En realidad, debería estar integrada en el corazón de la estrategia y la operación de cualquier empresa.
Por eso, no se trata solo de “entrar en sostenibilidad” sino de llevar la sostenibilidad a lo que ya haces. Puedes ser ingeniera, analista de datos, emprendedor o diseñador, y aún así incorporar esta mentalidad en tu día a día.
El papel de las habilidades blandas
En el mundo de la sostenibilidad, no basta con dominar los aspectos técnicos. Lo que realmente marca la diferencia, como explica Pol, es la capacidad de integrar la sostenibilidad en la estrategia de la organización, movilizar a distintos equipos y generar compromiso alrededor de un propósito común. Estas competencias interpersonales son las que permiten que las iniciativas sostenibles no se queden en teoría, sino que se conviertan en cambios reales y escalables dentro de las empresas.
El conocimiento técnico se puede adquirir, pero estas competencias interpersonales son las que permiten realmente escalar proyectos y transformar organizaciones.
El primer paso: cambiar tu mentalidad
Si quieres entrar en sostenibilidad, empieza por cambiar tu manera de ver tu propio trabajo:
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Observa tu sector con nuevos ojos.
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Identifica dónde están los puntos de impacto y de mejora.
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Aprende a comunicar cómo los cambios sostenibles no solo son mejores para el planeta, sino que también pueden generar valor económico y social.
No necesitas esperar a “conseguir el puesto soñado” para empezar. La sostenibilidad comienza con pequeñas decisiones, con una mentalidad abierta y con la convicción de que cada rol tiene un papel en la transición hacia un modelo más justo y regenerativo.
La sostenibilidad: un viaje de aprendizaje continuo
La trayectoria de Pol Fàbrega demuestra que la sostenibilidad no es un sector aislado ni un título académico, sino una forma de pensar y actuar que puede integrarse en cualquier carrera. Su experiencia muestra que el verdadero impacto surge cuando se comprende la interconexión entre lo social, lo ambiental y lo económico, y cuando esa visión se aplica de manera estratégica en las decisiones del día a día.
Para quienes quieren dar el salto a la sostenibilidad, las habilidades blandas como la visión estratégica, la comunicación, el trabajo transversal y el liderazgo son tan importantes —o más— que los conocimientos técnicos. Y, sobre todo, la clave está en cambiar la mirada sobre el propio trabajo, identificando oportunidades de generar impacto donde ya estamos y llevando la sostenibilidad al corazón de las organizaciones.
En definitiva, la sostenibilidad es un viaje de aprendizaje continuo, una mentalidad que permite transformar no solo negocios, sino también la manera en que construimos nuestras carreras y contribuimos a un mundo más justo y sostenible.
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